El maquillaje nace cuando la mujer se pinta el rostro para que la
identifique el hombre que la poseyó inicialmente, los nómadas recorrían
distancias y tomaban mujeres, estas intentaban facilitar su reconocimiento de dichos
hombres con las marcas coloridas en la cara. Despues se sofistico.
Me fue complejo pero intentare
explicar mi punto de vista, acerca de una las aristas de la vanidad femenina y de
ello surge esta hipótesis; todo sucede
porque después de observar que las mujeres en su afán de embellecerse, son
capaces de someterse a las torturas más
primitivas con el fin de alcanzar su mediana satisfacción, y me refiero a
mediana porque nunca estarán conformes.
Y basta que veamos cómo se cuelgan hasta los más
extraños o rudimentarios accesorios para que sepan a qué me refiero; pero en este pequeño escrito no me enfoco a
lo que son capaces de hacer para alcanzar su objetivo, me refiero y preciso a que las mujeres se embellecen
para competir entre ellas mismas.
¿Porque que digo esto?
Porque el hombre es un animal de
umbral limitado que solo observa las protuberancias del cuerpo femenino, sus
curvas y todo el material lascivo que carga y nunca observa los detalles como
las uñas decoradas, las pestañas, los pendientes que parecen insectos o amarres
de brujería, los artículos que brillan, los colgajos, los chongos o peinados
extraños, las cejas perfiladas ( las cuales son capaces de arrancarse o tatuarse), los exóticos zapatos que deforman sus pies y todos esos aparejos impactantes y tortuosos
para su embellecimiento.
Entonces doy cuenta que las
mujeres se embellecen para competir entre sí mismas, para mirarse más bellas
que las demás; y es que son ellas mismas las que se fijan en el mínimo detalle propio
y ajeno; en conclusión y sin temor a equivocarme puedo asegurar que ellas se arreglan
para superar a los seres de su mismo género, para provocarle el más bajo y
rústico sentimiento: “la envidia”, sentimiento que hace inferior a quien lo
padece y superior a quien lo provoca.
Imagen de Arthur Depins |
Y también, por supuesto que en esa competencia tienen
por hecho que nos arrancan la mirada, obviamente que nuestra capacidad es
inferior y no damos cuenta al hecho.
Todo esto es una extraña
competencia silenciosa de sentimientos arcaicos entre ambos géneros, porque la mujer busca
sobresalir a ojos de las demás y cuando el
hombre la ve tan sofisticada solo piensa en como quitarle todo eso a la hora de
llevarla a la cama.
Autor: Garibaldi
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